Desde fecha muy temprana, ya en el siglo II San Justino relacionó el Árbol de
Jesé con María. La tradición de los teólogos medievales y los Padres de la Iglesia también lo reforzarán, ya que en el siglo V, en “la Vulgata” se traduce el término latino virga, que puede significar vara, como virgen. De ahí que San Jerónimo identifique la vara con la Virgen y la flor con Jesús.
En las Cantigas de Santa María, del rey Alfonso X, encontramos esta identificación en el título de la Cantiga 20: “Como loa el rey a verga de Jesse que e Santa Maria”. Igualmente, el Árbol de Jesé puede significar también la Iglesia, descendiente de María y de su Hijo, así como el paraíso, sin olvidar su relación con el árbol de la cruz de Jesús, donde nace el nuevo pueblo que es la Iglesia.
En esta representación vemos en el plano inferior a Jesé recostado en el suelo, postura que alude la llegada del Mesías. Sería el sueño cumplido del padre de David, aunque podría hacer referencia también al letargo en el que Dios hace caer a Adán para formar de su costilla a Eva, presentando así a María como la Nueva Eva. Del costado de Jesé sale un tronco representando el árbol del granado en flor, el cual se encuentra en acto de florecer de manera ascendente desde su base a la cúspide, creciendo su florecimiento en diferentes grados de cercanía a la Virgen.
De él nacen numerosas ramas en las que aparecen los distintos personajes bíblicos: en primer lugar su hijo David, al que le siguen Salomón, Roboán, Asaf, Josafat, Jorán, Ozías, Joatán, Acaz, Ezequías, Manasés y Josías. Tanto Ezequías como Josías, que ocupan las ramas más altas, aparecen mirando a la Virgen y al Niño Jesús que coronan la cúspide del árbol. La Virgen aparece con los atributos del capítulo 12 del Apocalipsis que la identifican como la Inmaculada: Con la luna a sus pies, la corona de doce estrellas y los destellos que la muestran vestida de sol. Nuestra Señora de la Granada se representa con vestiduras idealizadas, típicas del silgo xviii.
Porta los colores característicos de la advocación, vestido blanco y manto verde. En su brazo izquierdo presenta al Niño y en su mano derecha porta el fruto de la granada, ubicado en su pecho, mostrándoselo al espectador en el centro de toda la composición. La Santísima Virgen sostiene en sus manos a los únicos frutos de éste árbol, por un lado a Jesús, el fruto bendito de su vientre y por otro a la granada, simbolizando a la Santa iglesia y a sus fieles unidos como los granos internos de este fruto. María como madre de la Iglesia lo sostiene y ofrece, completando este conjunto alegórico que justifica toda la genealogía de Jesús y de María, señalando la importancia de la celebración del nacimiento de María, festejado el día ocho de septiembre, significando este día la antesala de la salvación que traería su hijo, tal como reza en el himno de su natividad: ¡Canten hoy, pues nacéis vos, los ángeles, gran Señora, y ensáyese, desde ahora, para cuando nazca Dios!
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